miércoles, 25 de marzo de 2009

Zen

Artículo disponible en http://www.behavior.org/journals_BP/Behavior in Everyday Life.
Trad. al español por el Ps. César Sparrow Leiva

ZEN EN ACCIÓN: LA PERSPECTIVA DE UN CONDUCTISTA SOBRE LAS PRÁCTICAS DE MEDITACIÓN ZEN

Raymond Reed Hardy

El Dr. Hardy es un Profesor Asociado de Psicología que obtuvo su Ph.D. en Psicología en la Universidad de West Virginia en 1974. Sus intereses especiales son la teoría del aprendizaje aplicado (Análisis de la Conducta), el desarrollo humano, la psicología comparativa y evolutiva, y el desarrollo y crecimiento personales. Además de compartir responsabilidades por la enseñanza de Psicología General, Estadística y Principios Básicos de la Investigación Psicológica, el Dr. Hardy enseña Desarrollo del Tiempo de Vida Humano, Actividades de la Temprana Infancia, Condicionamiento y Aprendizaje, Conducta Comparativa, y Desarrollo Personal: Una Perspectiva Multicultural.

La meditación Zen es llamada con más propiedad “zazen”. El “zazen” es una conducta muy simple. Se encuentra entre las conductas más simples conocidas por el hombre. Aún cuando pueda no parecerlo, el zazen es en realidad una conducta, no un proceso cognitivo. El zazen es, en su forma más pura, sólo sentarse. Qué podría ser más simple que “Oh, sólo siéntate” (Chadwick, 1999).
[1] Para hacer zazen uno sólo necesita sentarse sobre el piso o sobre un cojín pequeño, con las piernas cruzadas de tal manera que el pie derecho descanse sobre el muslo izquierdo, y el pie izquierdo descanse sobre el muslo derecho (¡no intente esto a menos que sea muy ágil y flexible!). Esta postura es una antigua forma de sentarse en la meditación. Se llama la posición del “loto completo”. La mayoría de la gente no puede sentarse con comodidad en el loto completo; de hecho, muchos de nosotros podríamos no ser capaces de adoptar esta postura sin tensar excesivamente el cartílago de nuestras articulaciones.[2]

Afortunadamente, hay alternativas efectivas a la postura del loto completo. En su lugar podemos utilizar el “medio loto”, donde sólo un pie descansa sobre el muslo opuesto mientras que el otro simplemente descansa sobre el piso presionado bajo el muslo opuesto. Aún esta postura modificada de “medio loto” es demasiado exigente para la mayoría de la gente nueva en el Zen. No desesperar; una buena silla de respaldo recto podría servir igualmente bien. Aún cuando el zazen es una conducta extremadamente simple, tiene importantes matices de los cuales hay que estar advertidos. En primer lugar, la espalda debe estar muy recta, no tiesa ni rígida, sino tan derecha como sea posible en tanto se mantenga una sensación de comodidad relajada. La cabeza está ligeramente inclinada hacia adelante. La barbilla no está metida, esto sería muy extremo, pero la cara está inclinada para permitir que los ojos estén parcialmente abiertos para mirar hacia abajo en un ángulo de 45 grados. Finalmente, las manos: las manos en el regazo del meditante están puestas en una posición especial conocida como “mudra”. Hay muchas mudras.

Si profundiza más en la meditación, indudablemente leerá algo al respecto. La mudra más frecuentemente utilizada en el zazen se llama la “mudra universal”. Se trata de un gesto genérico que puede ser utilizado independientemente de la cultura de aquellos que ven el gesto. La mudra universal provee un punto físico para enfocar la atención; ella funciona independientemente de la edad, el idioma o los antecedentes culturales de la persona. Para adoptarla, uno pone su mano izquierda en el regazo con la palma hacia arriba. Cuando uno descansa la mano de este modo, los pulgares se juntan naturalmente, tocándose ligeramente, formando un óvalo cuyo centro está ubicado a uno 3.75 cm. debajo del ombligo. Estas posiciones son ilustradas abajo:


Moldeamiento de la Conducta Zazen

En el verano de 1969, justo antes de iniciar mis estudios profesionales en la Universidad de West Virginia en la primavera de 1970, retorné a mi vecindario inmediatamente después de haber estado un año en Vietnam, por cortesía del Ejército de los Estados Unidos. Era capaz y estaba abierto a explorar casi cualquier alternativa cultural a aquélla que nos había puesto a mí y a mis compañeros del Ejército en Vietnam, pero era conciente de la complejidad de estos asuntos, y estaba ansioso por no destruir mi propia oportunidad de obtener una vida decente. Mi primera exposición directa a las prácticas orientales llegó cuando mi compañía de infantería encontró a un monje vietnamita sentado en posición zazen en una pequeña cabaña hecha de bambú (de aproximadamente 1 metro cuadrado) llamada “zendo”, en el medio de una zona de guerra “a fuego abierto”. Dos cosas me impresionaron: primero, el hombre nunca se movió. No dio ninguna señal de ser conciente de dónde estábamos. Segundo, hicimos todo lo que pudimos para evitar perturbar las prácticas religiosas de este hombre. Recuerdo la escena como si hubiera sido ayer. Ingresamos en el campo abierto desde el oeste de un modo tal que cada soldado, por turnos, quedaba inmediatamente confrontado con el pequeño zendo donde el monje estaba sentado con los ojos hacia abajo, justo frente a él. Mientras entrábamos en el campo nos volvíamos hacia la derecha y rodeábamos el borde externo del campo, avanzando lo más silenciosamente posible hasta un punto por el que salíamos del campo, directamente opuesto a nuestro punto de ingreso. La imagen de aquel monje, y la reverencia con la que mi compañía de infantería lo trató en el medio de un terrible conflicto, permanece vívida para mí hoy. ¿Qué debió experimentar el monje? Como se podrán imaginar, este monje fue un tema de conversación general por varios días. Los jóvenes de mi pelotón parecieron más impresionados con su calma en el rostro de lo que para ellos habría sido un gran estrés y ansiedad. Yo quedé más impresionado con el hecho de que nuestros líderes respetaron su despliegue de valentía y devoción lo suficiente como para salvar su vida. Como hombre adulto era un legítimo blanco militar. De haber intentado huir, no habría sobrevivido. ¿Lo salvó Buda? ¿Lo salvaron nuestras propias creencias religiosas? ¿Estaba él sólo “fingiéndolo”? ¿Sería posible “fingirlo”? Todas estas preguntas reverberaban mientras todos nosotros, tanto reclutas jóvenes como profesionales experimentados, intentábamos darle sentido a esta experiencia.

Esta experiencia con el meditante en Vietnam me recordó mi primera verdadera exposición al Zen. El 16 de junio, en el verano de 1963, justo después de mi graduación de la secundaria, vi una transmisión de noticias con video completo, sin editar, de la auto-inmolación de un monje budista llamado Quang Duc. Duc se había prendido fuego a sí mismo enfrente de la Embajada de los Estados Unidos y del Edificio de la Capital Federal en Saigón, como protesta política-social (este incidente está descrito en Fitzgerald, 1972, p. 74). El hecho de que este hombre fuera capaz de mantenerse erguidamente sentado mientras ardía hasta la muerte fue de un gran impacto para mí. Mi primera conclusión fue que aquí había un hombre con un tremendo compromiso con sus creencias. Mi segunda conclusión fue que algo en los antecedentes o desarrollo de este hombre le dio un enorme auto-control; un auto-control que, hasta entonces, yo habría jurado que era imposible para cualquier ser humano.

En los primeros días de mi entrenamiento como universitario, estaba trabajando duro en el aprendizaje del campo entero de la psicología en un programa académico que daba especial énfasis al análisis de la conducta (entre mis mentores estuvieron Dwight Harshbarger, B. Kent Parker, James N. Shafer, Hayne Reese, y K. Andy Lattal). Aunque yo estaba inundado de asignaciones de lecturas para mis cursos, encontré tiempo para sobrevolar algunos libros sobre prácticas orientales. Entre aquellos estaban Recuerda Estar Aquí Ahora (Remember Be Here Now) de Ram Dass (1971), y obras de otros autores como Introducción al Budismo Zen (1964) de D. T. Suzuki, y Mente Zen, Mente del Iniciado (1971) de Shunryu Suzuki. Mientras escribo esto recuerdo que aquellos fueron tiempos difíciles para mí. Me encontraba bajo un gran estrés. La idea de una panacea mística era muy atractiva. ¿Podrían estas prácticas ayudarme realmente a afrontarlo?

Mis dos exposiciones a las prácticas budistas, combinadas con la información que estaba reuniendo, me convencieron de que la clave estaba en las prácticas, no en las creencias religiosas abrazadas por varias religiones orientales. Entonces, cuando tuve la oportunidad de explorar las prácticas orientales como estudiante universitario en la Universidad de West Virginia, me apresuré a aprovechar la suerte de asistir a las clases libres de Hatha Yoga, auspiciadas por la Universidad, las cuales eran enseñadas por uno de los estudiantes del Programa de Psicología, David Glazer. Durante estas sesiones de yoga de dos horas, los participantes aprendían a hacer varias “asanas” (patrones de movimiento), y empezamos a desarrollar lo que desde entonces concluí que es la habilidad más importante que uno puede adquirir en toda una vida de tales prácticas; empezamos a aprender a traer la mente divagante a enfocarse en el momento presente. Aprendimos a dejar todas las consideraciones, preocupaciones, deseos y dolores del día en el suelo, junto a la puerta, con nuestros zapatos y medias.

Mientras hago la retrospectiva, me percato de que la cosa más difícil para nosotros, los estadounidenses que estamos interesados en explorar las prácticas místicas orientales, es simplemente entender qué son las prácticas y qué efectos se intenta que produzcan. Si mis antecedentes de experiencias e intereses relacionados no me hubieran provisto de motivación suficiente para explorar, puede que nunca hubiera traducido ese interés inicial en conducta significativa. Hay muchas prácticas orientales diferentes. Nosotros, los estadounidenses, no tenemos prácticamente ningún conocimiento acerca de la práctica o sus efectos intentados. Mientras leía las obras mencionadas arriba, me encontré a mí mismo atraído por la simplicidad del libro de Shunryu Suzuki, Mente Zen, Mente del Iniciado (1971). El mensaje principal de Suzuki con respecto a cómo hacer el zazen (la meditación sentada) parece casi demasiado simple. Parafraseando a Suzuki, “Necesitas sólo sentarte, en una silla o, de preferencia, en una postura del loto completo o medio, con la espalda derecha, la cabeza ligeramente inclinada hacia delante, los ojos ligeramente abiertos, y concentrar tu atención en tu respiración. Haz esto por 20 minutos, dos veces al día, y redescubrirás la mente del iniciado.” Bastante simple, pensé, lo intentaré.


Prácticas Budistas, Ideas Conductistas

Quizás yo era, y soy, más abierto al zazen por su simplicidad conductual. Lo que no sabía entonces era que esta simplicidad por sí misma es de lo que se trata todo el zazen. Mientras que mucho de lo que se ha escrito sobre el Zen y el zazen parece enfatizar las interpretaciones cognitivas y/o filosóficas de la meditación, el hecho real es que EL ZAZEN NO ES UNA ACTIVIDAD COGNITIVA. DE HECHO, ¡ES UN ANTÍDOTO CONTRA UNA SOBRE-ABUNDANCIA DE LAS MISMAS! La verdad fundamental es que el diálogo discursivo interno que la mayoría de nosotros consideramos “actividad cognitiva” es mayormente sólo una distracción de los eventos importantes en nuestras vidas. Cuando traemos nuestra conciencia al momento presente, somos más capaces de experimentar el flujo inmediato de estímulos, conducta y consecuencias que guía de manera más apropiada nuestras acciones y satisface nuestras necesidades.


El Zazen Comparado con las Técnicas Comunes de Conducta Encubierta

Una simple comparación del zazen con técnicas como la sensibilización encubierta y la desensibilización sistemática (introducidas por Cautella, 1966) nos ayudará a ver los paralelos entre el zazen y estas otras prácticas de regulación emocional encubierta. En la sensibilización encubierta, la persona imagina consecuencias negativas inmediatas a la acción, para así minar los reforzadores ambientales normales que están manteniendo un mal hábito como fumar, tomar o comer alimentos no saludables. Yo utilicé esta técnica para que me ayude a dejar el cigarrillo. Cada vez que tenía el deseo de fumar, yo exhalaba todo el aire de mis pulmones, luego retenía mi respiración por tanto tiempo como me era posible. Después de esto, si aún tenía el deseo de fumar, continuaba con aquello. Esto me servía para concentrar mi atención en mis pulmones dañados. Pronto dejé de fumar, sólo para reanudarlo un año o algo más después. Como con cualquier conducta, dejar de fumar requiere práctica. Poco después lo dejé nuevamente, y me he mantenido libre del cigarrillo por varios años ya.

En la desensibilización sistemática, la persona que tiene dificultades emocionales con respecto a una situación específica, como viajar en avión o subirse a ascensores, crea una lista ordenada (una jerarquía) de eventos activadores de ansiedad, encabezada por el evento que es la fuente aparente del miedo. La jerarquía se crea haciendo una lista de todos estos eventos en notas o tarjetas indexadas, un evento por tarjeta, y ordenándolos de tal manera que los eventos menos generadores de ansiedad aparezcan primero. El individuo luego practica ejercicios de relajación muscular mientras él o ella pasa rápidamente las hojas de la jerarquía de eventos en las tarjetas de notas. Mientras lee cada tarjeta, el practicante se relaja hasta que la ansiedad asociada con las acciones descritas en la tarjeta ha sido disipada (extinguida). Luego se pasa a la siguiente tarjeta. La meta del proceso es alcanzar el punto en el que todas las tarjetas pueden ser vistas sin ninguna señal de ansiedad. Este procedimiento puede tomar muchas sesiones. Incluso después de estas sesiones de práctica, cuando el individuo desensibilizado se encuentra implicado en la conducta real temida, el resurgimiento de la ansiedad es a menudo dramático pero manejable. En tanto que es cierto que el procedimiento de desensibilización sistemática hizo mucho para reducir y acortar este efecto, la clave es la experiencia real de implicarse en la conducta sin las consecuencias temidas. Sólo esta experiencia en el mundo real puede extinguir completamente el miedo.

El zazen se parece bastante a estos enfoques encubiertos, excepto por una diferencia muy importante. En vez de ayudar al practicante a recuperarse de un problema emocional o conductual, el zazen ayuda al practicante a volverse un ser humano más enteramente funcional, socavando una amplia variedad de malos hábitos mentales y comportamentales. Entre los elementos más importantes del zazen para la gente en nuestra cultura, se encuentra el sentarse a través de su sufrimiento. Por esto no me refiero a que el zazen causará sufrimiento, aunque si se sienta el tiempo suficiente, sufrirá calambres, entumecimientos y dolor en sus músculos y articulaciones. Sentarse a través de este tipo de sufrimiento es importante también, pero no es a lo que me refería. Lo que es muy importante es la práctica de sentarse a través de los episodios normales de angustia mental o emocional que ocurren naturalmente en cualquier vida humana. Tal práctica forma un fundamento conductual para el afrontamiento calmado y efectivo de la emergencias de la vida. La clave es que el zazen provee una forma para que el individuo practique la concentración en la situación dada; y la práctica hace al maestro.

Mientras que la práctica del zazen puede parecer involucrar un tipo de inacción pasiva, lo que realmente hace es construir un fundamento conductual para enfocar nuestra atención en los eventos del momento. Ser capaz de traer todos los recursos mentales y físicos para concentrarlos en cualesquiera sea el problema o asunto que ha surgido en el momento, es una habilidad muy poderosa. Todos necesitamos de esta habilidad, aunque muy pocos de nosotros sabemos cómo practicarla. El zazen es una de las formas más puras y efectivas que se hayan inventado para practicar el centrarse en el presente.

Nosotros, en las ciencias de la conducta, tendemos a descuidar nuestras personalidades cognitivas y emocionales. Probablemente esto sea debido a la inaccesibilidad de estas dimensiones a la experiencia en nuestro análisis de la conducta de otros. En tal análisis, nos limitamos a considerar sólo aquello que podemos ver realmente. También puede ser debido a nuestra reacción contra el claro abuso de ficciones explicativas basadas supuestamente en mecanismos cognitivos y emocionales que se encuentran en el pilar de la psicología pop de nuestra cultura. Independientemente de las razones de nuestro descuido de estas importantes dimensiones de nuestra experiencia, en el zazen tenemos una conducta que provee una forma de hacernos cargo de nuestros momentos presentes mientras transcurren. En el zazen tenemos lo que parece ser una inacción que se encuentra entre los actos más profundos. Un acto análogo a la demanda del profesor de ¡SILENCIO! en el salón de clase, o el SHHHHHHH que alguien escucha en los cines. En el zazen tenemos una forma de traer silencio a nuestra experiencia del momento, y en este silencio podemos realmente ver y oír por primera vez. En ese ver y oír silenciosos, podemos actuar libres de errores conceptuales y emociones inapropiadas. En el zazen tenemos una oportunidad de limpiar nuestras acciones de los equipajes cognitivos y emocionales que tan a menudo interfieren.


Los Efectos Conductuales

Como es cierto para todos los procesos de moldeamiento conductual, el moldeado debe actuar en una variedad de formas, y ser lo más sensible posible a la contingencia del reforzamiento. El zazen no requiere de acción física, cognitiva o emocional que no sea la postura por sí misma. Lo que el estudiante del zazen experimenta varía mucho dependiendo del estudiante, pero la prescripción es la misma para todos. “Oh, sólo siéntate...” (Chadwick, 1999). ¿Pero cómo puede una admonición tan simple ayudarle a alguien a volverse una mejor persona? La respuesta es obvia para un analista de la conducta. Cuando uno se vuelve capaz de estar en el momento presente, libre de expectativas, miedos y otros equipajes cognitivos o emocionales, la conducta propia puede adaptarse rápidamente para coincidir con las consideraciones del momento. Uno se vuelve cada vez más conciente de las opciones conductuales reales y de las verdaderas consecuencias de cada una de ellas. En breve, uno se vuelve un individuo mejor adaptado. Es irónico que la mejor descripción de este estado de asuntos fuera aportada por Abraham Maslow, cuando se esforzó por describir la “autorrealización”. La autorrealización significa simplemente ser todo lo que puedes ser.

Además de facilitar el desarrollo de nuestros varios talentos, la práctica de preparar nuestra habilidad de ser concientes de lo que está ocurriendo en el presente, el zazen, tiende a enriquecer la vida del practicante de otras formas. Uno se vuelve más conciente de las propias respuestas ante varios eventos de la vida. En otras palabras, uno se vuelve conciente de sus propios valores. Como resultado, se vuelve capaz de sintonizar fino las propias acciones para resonar mejor con aquellos valores. La ironía es que esta senda conductual lo lleva a uno directamente a la consonancia cognitiva, emocional y conductual. La meta de casi todas las terapias no conductuales. Nuevamente, entonces, el enfoque conductual muestra sus colores pragmáticos al estar rodeado por el brillo dorado de la promesa.


Para más información sobre el Budismo Zen, por favor visitar mi
website. Mi libro, Zen Master: Practical Zen for Americans by an American, está disponible ahora en The Wheatmark Bookstore online.


Referencias

Cautela, J. R. (1966) Treatment of compulsive behavior by covert desensitization. Psychological Record, 16, 33-41.
Chadwick, D. (1999) Crooked Cucumber. New York : Broadway Books, p 199.
Dass, R. (1971) Be Here Now, Remember. San Cristobal, NM: Lama Foundation; New York: distributed by Crown Publishing.
Fitzgerald, H. (1972) Fire in the Lake. New York, Little Brown, p 74.
Hardy, R. R. (1999) Zen Master: Practical Zen for Americans by an American. St. Norbert College Printing: Green Bay, WI.
Suzuki, D. T. (1964) An Introduction to Zen Buddhism; with A Forward by C.G. Jung . New York : Grove Wiedenfeld.
Suzuki, S. (1971) Zen Mind, Beginner's Mind. Weatherhill: New York.


Los gráficos fueron creados por Scott Menzel, localizados en la web en
www.artasm.com


[1] “Oh, just sit.” Esto fue dicho por Shunryu Suzuki a una de sus estudiantes cuando ella le explicaba que “tenía problemas en concentrar su mente en su respiración.”
[2] Yo me dañé el cartílago de la rodilla derecha al mostrarles el loto completo a unos amigos en 1980. Ahora ya puedo sentarme cómodamente en el loto completo, pero tuve por lo menos cinco años de ejercicios de estiramiento antes de poder adoptar esta postura con seguridad.

domingo, 4 de enero de 2009

TCC

http://www.conductitlan.net/48_objeciones_a_la_terapia_de_la_conducta.pdf

RESPUESTAS A ALGUNAS OBJECIONES Y CRÍTICAS A LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL

César Sparrow Leiva [1].

Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Perú.


La terapia cognitivo-conductual (TCC) es un modelo de intervención o tratamiento de muy diversos trastornos psicológicos. Es la estrategia de intervención clínica más utilizada y con mejores resultados en todo el mundo. Opera sobre las conductas, los pensamientos, las emociones y las respuestas fisiológicas disfuncionales del paciente. Consta de 3 fases o etapas: la evaluación, la intervención propiamente dicha, y el seguimiento. Se apoya en 4 pilares teóricos básicos: los aprendizajes clásico (Pavlov, Watson), respondiente / operante (Skinner), social (Bandura) y cognitivo (Beck, Ellis)[2].


¿Para qué es útil la Terapia Cognitivo-Conductual?

A la fecha, se han publicado centenares de estudios que indican la utilidad y efectividad de la TCC para numerosos trastornos psicológicos, e incluso físicos, alrededor del mundo. En 2001, Chambless & Ollendick revisan varias investigaciones que identifican intervenciones psicológicas empíricamente validadas o Tratamientos con Apoyo Empírico (TAE)[3].

El estudio mostró que en las investigaciones compiladas, los procedimientos y técnicas cognitivos y conductuales son las intervenciones de elección específicas más útiles y efectivas para la mayor parte de los problemas de salud mental, tanto en adultos como en niños –a veces en combinación con la terapia farmacológica–. En adultos: en trastornos de ansiedad y estrés, como fobias social y específicas, trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de estrés postraumático; en trastorno bipolar y depresiones; en dependencia y abuso de sustancias, tabaquismo, cleptomanía, ludopatía, trastornos sexuales, parafilias, abusadores sexuales, trastornos de la personalidad, esquizofrenia y otras psicosis, trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia y bulimia, y trastornos del sueño. En niños: en trastornos de conducta, fobias, depresiones, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, enuresis, encopresis, trastornos de ansiedad y evitativo, retraso mental, autismo, etc. Asimismo, la TCC ha mostrado ser eficaz en la atención de algunas afecciones físicas como la demencia, los dolores crónicos por enfermedad reumática, los efectos colaterales de la quimioterapia para pacientes con cáncer; fibromialgia, diabetes, obesidad, migraña, entre otras*.


Críticas y Objeciones a la TCC:

* El tratamiento y la supresión de los síntomas son puramente superficiales; éstos retornarán más adelante o se sustituirán por otros

R: Gran cantidad de estudios de seguimiento ha mostrado que la mayoría de las veces este fenómeno no se produce

Las recaídas corresponden generalmente a trastornos en los cuales ninguna estrategia psicológica ha obtenido una eficacia significativa permanente, por ejemplo, en la esquizofrenia o el trastorno antisocial de la personalidad. Los índices de eficacia de la TCC para síndromes de altísima incidencia, como los trastornos de ansiedad, rondan el 90% de casos recuperados o muy mejorados en estudios de seguimiento a más de 2 años.

No obstante, en las adicciones a sustancias psicoactivas, los índices de eficacia bajan abruptamente; sólo el 50% de los pacientes atendidos en comunidades terapéuticas que operan con los principios de la TCC se mantienen abstinentes por más de 2 años. Aunque desalentadoras, estas cifras son las más elevadas que hasta la actualidad se han reportado en lo que a adicciones se refiere.

* La TCC es una intervención superficial porque sólo se dirige a atacar los síntomas o las conductas, mas no se ocupa de las causas de los mismos, a las cuales se subordinan

R: La TCC no ignora las causas de los síntomas

Las causas a menudo determinan la elección de las estrategias terapéuticas a utilizar. Sin embargo, es en el contexto de investigación, más que en el clínico, donde se procura identificar dichas causas. La clínica constituye el ámbito de aplicación de los conocimientos que han surgido y se han validado a través de la investigación.

La investigación provee de hipótesis y teorías explicativas acerca del comportamiento humano, las cuales se articulan según cada caso individual a fin de escoger las estrategias terapéuticas más apropiadas. A través de las entrevistas, tanto la evaluación, primera fase de la terapia, como una anamnesis o historia clínica detallada, nos ayudan a comprender mejor la historia de aprendizaje y las causas que originaron y mantienen los problemas particulares que presenta el cliente.

* La TCC, al igual que el Conductismo, es mecanicista; ellos sólo se ocupan de «conductas» y de relaciones de Estímulo - Respuesta entre fenómenos, mas no de la subjetividad o de los aspectos más profundos y complejos de cada individuo; por lo tanto proponen paquetes con soluciones homogéneas, cosificadoras y totalizadoras, desconociendo o ignorando las particularidades personales

R: No se ignoran las particularidades, los aspectos internos ni la subjetividad

Pero se cuestiona que los contenidos subjetivos tengan un estatuto especial, exclusivo o diferente de la conducta, ya sea ésta observable, verbal (lenguaje) o encubierta (pensamientos). El conductismo, en su vertiente operante, más que una psicología E-R, vendría a ser una R-E: Es la propia conducta la que genera las contingencias y los estímulos discriminativos activadores de respuestas (EDs). El sujeto se comporta y las consecuencias de sus acciones lo influyen recíproca e interactivamente.

La dificultad del estudio científico de los fenómenos mentales “subyacentes” estriba en su inaccesibilidad a la observación, la medición y el registro. El lenguaje, la conducta verbal, su adquisición y funciones, dan cuenta de los fenómenos mentales internos. El conductismo trata los aspectos subjetivos como funciones del lenguaje o conducta verbal. La noción de “inconsciente” es innecesaria para el análisis funcional de los problemas a tratar. No obstante, un punto flaco de las “terapias conductistas” ha sido su descuido en el abordaje de los trastornos de la personalidad, situación que ya se revierte de un tiempo a esta parte.

* Las investigaciones que «demuestran» la supuesta eficacia de la TCC están sesgadas, ya que son efectuadas o son auspiciadas por grupos [de poder] interesados en favorecer la modalidad de terapia que más les conviene, o bien tienen direccionalidades políticas/económicas discriminatorias o explotadoras

R: Las revisiones e investigaciones publicadas proceden de muchas partes del mundo

Prácticamente no hay región del mundo donde no se hayan realizado estudios de eficacia de terapias; hay centenares –elaborados por investigadores de muy diversas instituciones y varias nacionalidades–, desde los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y el resto de Europa, hasta la China comunista, Hong Kong, Japón y varios otros países del Asia. Los estudios de efectividad de las terapias psicológicas son aún escasos en África y varios países de América Latina; condición que se espera cambie en un futuro próximo[4].

R: Las Terapias con Apoyo Empírico (TAE) están basadas en Ensayos Clínicos Aleatorizados que comparan un grupo terapéutico con un grupo de control en condiciones de máximo rigor experimental

(1) Los pacientes son asignados aleatoriamente a las condiciones de tratamiento y control.
(2) Se utilizan diseños de ciego donde se desconoce el grupo al que pertenece el paciente.
(3) Los controles son rigurosos: no sólo hay pacientes que no reciben el tratamiento, sino que tanto pacientes como terapeutas reciben los ingredientes terapéuticos y placebos de forma creíble (doble ciego).
(4) Los objetivos son adecuadamente operacionalizados con indicadores.
(5) Los tratamientos son manualizados con detalladas descripciones de la terapia; la fidelidad a la guía se mide utilizando sesiones de video.
(6) Los pacientes reciben un número fijo de sesiones.
(7) Los pacientes cumplen el criterio de sólo un trastorno diagnosticado, y los que tienen múltiples trastornos son típicamente descartados.
(8) Los pacientes son seguidos durante un período fijo después del tratamiento.

* Los manuales en los cuales se basan muchos de los diagnósticos especificados por la TCC (DSM-IV, CIE-10) son herramientas que psiquiatrizan o psicopatologizan cualquier supuesto problema que se considere socialmente desadaptado o “anormal” desde una óptica estadística, volviéndolo luego un “trastorno” a ser objetivado, cuantificado y tratado. Se deshumaniza así cada caso particular al pretender parametrarlo y generalizarlo, etiquetándolo como “inadecuado”, lo cual involucra intereses de dominación socio-política y mercantil

R: Los diagnósticos cognitivo-conductuales pueden estar basados en algún sistema de clasificación vigente, como los manuales psiquiátricos; no obstante ...

Pueden implicar también otro sistema de nomenclatura fiable y válido para definir y describir aquellos problemas que son “alteraciones clínicamente significativas”, o sea, malestares que afectan persistentemente la vida de la persona en las áreas afectiva, social, laboral, académica o familiar. Por ejemplo, criterios de evaluación para categorizar “habilidades sociales” o “autoestima”. Es necesario algún método que agrupe los problemas o síndromes presentados en categorías, para permitir que los clínicos evalúen la probabilidad de extrapolación de las muestras estudiadas, en el contexto de investigación, a su propia práctica. Sin alguna categorización, la síntesis de la evidencia es sumamente difícil, si no imposible. Cualesquiera sean las deficiencias y limitaciones de los sistemas diagnósticos vigentes, los críticos aún tienen que sugerir alguna alternativa factible que sea mejor.

* Los enfoques científicos experimentalistas, reduccionistas o fisicalistas –cosificantes– no son los mejores métodos para el estudio de los problemas y avatares humanos; al respecto tienen más que aportar la filosofía, la sociología, la antropología, la lingüística y otras construcciones y disciplinas culturales

R: La idoneidad de los métodos científicos para el estudio de los problemas humanos puede ser un tema discutible o de criterio particular, discrecional, sin embargo ...

¿Es ético que, conociéndose la eficacia de determinadas técnicas terapéuticas disponibles, un psicólogo las ignore o se niegue a su implementación por el hecho de adherir a un marco teórico diferente? ¿Es justificable el sufrimiento de las personas y el mantenimiento de sus problemas cuando las investigaciones señalan la utilidad de procedimientos específicos para contrarrestarlos? ¿Por qué negarse a utilizarlos? ¿No sería razonable al menos preguntarle al paciente si desea que tales procedimientos le sean aplicados?

Normalmente, la persona que recurre a un profesional de la salud mental en busca de ayuda psicológica no se halla al tanto de la diversidad de enfoques existentes en el campo de la clínica; desea únicamente que el terapeuta la ayude a resolver los problemas que le ocasionan sufrimiento, de la manera más sencilla y rápida posible: una terapia eficaz. Lamentablemente, muchos psicólogos parecieran no darse cuenta de este hecho tan obvio y de puro sentido común: El pedido de efectividad no es escuchado.

Si el psicólogo elige determinada técnica simplemente por preferencia o porque “cree” en una teoría particular, no tan sólo desestima la importancia de la investigación científica para aliviar el sufrimiento humano, sino que también atropella el derecho de la persona de conocer y elegir la manera en que desea ser tratada. Cuando un psicólogo se niega a conocer la eficacia clínica de determinados tratamientos, le impide a los pacientes acceder a los mismos: El tratamiento que recibe el paciente queda librado al gusto o mejor parecer del terapeuta. Se le está ocultando, a veces por desconocimiento, otras por decisión dogmática, la existencia de procedimientos potencialmente eficaces para el tratamiento de su malestar, basados en la Psicología científica.

Este punto es CRÍTICO desde el punto de vista ético: La suerte del paciente depende no de los contrastes científicos, sino de las creencias subjetivas y la escuela u orientación a la cual el psicólogo adhiere.

* Entonces ...

No todos los tratamientos psicológicos son igualmente eficaces

Cuando tomamos un medicamento, confiamos que su eficacia ha sido puesta a prueba para saber si es acaso perjudicial, o si es igual o más o menos eficaz que no tomar nada o que tomar algún otro medicamento. No tomaríamos un medicamento que no sabemos si funciona o sobre el cual tenemos dudas o no disponemos de información suficiente sobre sus efectos. Del mismo modo deberíamos comportarnos respecto de las terapias psicológicas.

A diferencia de los medicamentos establecidos en el mercado formal, la mayoría de las terapias psicológicas disponibles carecen de pruebas científicas sobre sus efectos. El paciente debe seleccionar aquellas intervenciones psicológicas que están respaldadas por la comunidad científica: por pruebas científicas con apoyo empírico y un estricto CONTROL DE CALIDAD y, ante igualdad de condiciones, escoger la más breve y menos onerosa[5].

El psicólogo clínico debe considerar que la situación de la psicología es precaria en muchos aspectos; la psicoterapia no se encuentra comprendida en la mayor parte de los planes de salud nacionales. Por lo tanto es preciso especificar la naturaleza y el alcance de los tratamientos psicológicos como un medio que garantice el avance y reconocimiento social e institucional de la disciplina.


“Triste época la nuestra. Es más fácil desintegrar un átomo que superar un prejuicio.”
“Algo he aprendido en mi larga vida: que toda nuestra ciencia, contrastada con la realidad, es primitiva y pueril; y, sin embargo, es lo más valioso que tenemos.”

Albert Einstein


“Muchos pensarán que tienen motivo para reprocharme, diciendo que mis pruebas contradicen la autoridad de ciertos hombres tenidos en gran estima por sus inexperimentadas teorías, sin considerar que mis obras son el resultado de la experiencia simple y llana, que es la verdadera maestra.”
Leonardo Da Vinci


“Si una manera es mejor que otra, ello prueba que es el camino de la naturaleza”
Aristóteles


“La educación es lo que sobrevive cuando todo lo que se ha aprendido se ha olvidado.”
B. F. Skinner


[1] csparrowl@yahoo.es
[2] Una presentación en Power Point más completa sobre la TCC puede encontrarse en Conductilan.net, el sitio web de la Asociación Oaxaqueña de Psicología, en la Sección “Shows – Psicología y Salud”: Sparrow, C. (2007). ¿Qué es la Terapia Cognitivo-Conductual? http://www.conductitlan.net/terapia_cognitivo_conductual.ppt / http://www.conductitlan.net/
[3] Chambless D. & Ollendick T. (2001). Annual Review of Psychology. Tratamientos con apoyo empírico: Controversias y evidencia. Extraído de: http://www.geocities.com/ansiedadyvinculos/TAE.htm
* Para información adicional al respecto, consultar la Tabla N° 2 al final del presente artículo: “Técnicas Conductuales / Cognitivas y Áreas de Aplicación”.
[4] En el siguiente enlace electrónico pueden encontrarse las referencias de 256 estudios sobre la efectividad de las terapias psicológicas: Shadish, W. (2006): http://faculty.ucmerced.edu/wshadish/psychotherapy.htm
[5] Labrador, F., et al. (2007). Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos: La eficacia de los tratamientos psicológicos. Extraído de: http://www.cop.es/vernumero.asp?id=1062
[6] Lundbeck Institute (2005). CNSforum. The development of Evidence-Based Psychotherapy. Extraído de: http://www.cnsforum.com/magazine/nonpharmacological_treatment/psychotherapy/
[7] Esquematización a partir de: Olivares, J. & Méndez, F. (2001). Técnicas de modificación de conducta, 3ra. Edición. Madrid: Biblioteca Nueva.

sábado, 3 de enero de 2009

The Cure

The Cure:
De los Años Imaginarios a las Flores de Sangre
*

César Sparrow


Considerada por buena parte de la crítica especializada (y además por quien esto escribe) como la más grande “banda de culto” del mundo que siga en vigencia, The Cure, no podría reducirse a ser definida como una banda con un estilo determinado. A decir, por ejemplo, de Gustavo Cerati –siendo que es su grupo musical favorito– es célebre por “cagarse en los estilos”. Hubo influenciado poderosamente la personalidad musical del rock de los 80 y continuó dando que hablar en los 90 sin realizar mayores concesiones, no obstante alcanzar, a estas alturas, a los más de 30 millones de discos vendidos por todo el mundo. Los Cure no podrían ser catalogados como una banda “gótica”, por lo menos en un sentido estricto, para nada. No nos imaginaríamos jamás a los Sisters Of Mercy haciendo cosas como “Wish” o “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me”, donde lo que se luce más es la versatilidad o, si se es un poco malévolo, en última instancia, el eclecticismo. Sin embargo puede honrosamente compartir piso y tradición con una mítica banda de memorias desgarradas y escarnecidas como Joy Division. Tampoco conocemos en The Cure la lealtad a excesos medievales del tipo de Death In June u otras agrupaciones similares, pero sí convergen histórica y musicalmente, a pesar quizá de ellos mismos –esto último injustificadamente–, con los primeros tiempos de Siouxsie & The Banshees y Echo & The Bunnymen. Surgido el movimiento post-punk que se nutrió de los destrozos conceptuales del legado punk, fueron abriéndose caminos, librándose el acceso a toda una camada de bandas independientes que buscaban reconocimiento a sus propuestas, gestándose de aquí en parte la vertiente del new wave, que daría lugar a su vez, más tarde al new romantic y a otros estilos. The Cure siguió una vía diferente forjando su propio modo de ver las cosas, socavando subrepticiamente los estamentos de la corriente principal de la media y del mundo pop.

Dado el hecho de que las colecciones recopilatorias de singles de The Cure no dan una idea proporcionada ni fidedigna de su calidad, en lo absoluto, pues ni siquiera contienen sus mejores canciones, conviene siempre, para el caso particular que nos concierne, escuchar las canciones en su contexto y los discos completos, uno por uno. Considero ésta una manera práctica de formarse una idea apropiada de las intenciones de un álbum como algo atómico. No ha sido mi propósito confeccionar una apología de la banda, mejor dicho, no de manera directa, sino más bien hacer una reseña rápida de su historia, sus letras y su música. El que tenga oídos para oír, que lea.


Los años imaginarios

Robert James Smith nació en Blackpool, Inglaterra un 21 de abril de 1959, y tenía 17 años cuando forma su primera banda con sus compañeros de colegio Michael Dempsey, Laurence Tolhurst y Porl Thompson, allá por 1977. Desde los 14 años solía vestirse de terciopelo y ropa oscura, y fue expulsado de su colegio por considerársele “una mala influencia”. Al principio la banda se hacía llamar Easy Cure y contaba con un tal Peter O’Toole como vocalista que luego claudicó yéndose del grupo; también lo hizo así al poco tiempo Thompson, la primera guitarra, quien, sin embargo, sería convocado de nuevo algunos años más tarde, en 1984. Entonces convertidos en trío, Smith, Tolhurst y Dempsey, mudaron su nombre a The Cure, porque “sonaba menos hippie”. Acerca de esta época, Robert Smith declararía ulteriormente: “Cuando recién comenzamos yo no era el cantante. Yo era el borracho segunda guitarra que escribía todas esas canciones raras”. Por aquella época Hansa Records, el mayor sello discográfico independiente de Alemania andaba buscando bandas nuevas. Su anuncio decía: “¿Quieres ser una estrella de la grabación?...” Ellos querían, y les enviaron una cinta casera, pero parece que más tarde a Hansa no les gustó la canción que los Easy Cure pretendían como primer single: “Killing An Arab”, debido a una posible interpretación racista contra los árabes (el coro dice: “Estoy vivo / Estoy muerto / Soy el extranjero / Matando a un árabe”). En realidad la letra estaba basada en la novela existencialista “El extranjero” de Albert Camus, pero Hansa los presionó para que mejor grabaran algunos covers, ante lo cual Smith se negó, y así fueron despedidos por la compañía sin haber conseguido grabar nada.

Para julio del 78 ya habían sido rechazados por todos los estudios musicales de Inglaterra, excepto por el productor Chris Parry de la Polydor, quien había trabajado con The Jam (la banda punk de Paul Weller) y Siouxsie & The Banshees, y que andaba a la caza de grupos originales para armar su propio sello discográfico, Fiction Records. A Parry le interesa el sonido fresco de los Cure y los recluta para una gira regional con Generation X (la paleolítica banda de Billy Idol), y tras la gira logran grabar su primer single “Killing An Arab / 10:15 Saturday Night” en diciembre. Al final se salieron con la suya. En enero del año siguiente editan su primer disco “Three Imaginary Boys”, el cual causó una controversia inmediata porque en vez de los títulos de las canciones figuraban tan sólo unos símbolos raros, y la portada no mostraba nada más que una refrigeradora, una aspiradora y una lámpara. Chris Parry declara: “He aquí a una banda sin una imagen pero con fuerza musical. Por eso pensé ‘Hay que hacerlo sin ninguna imagen en absoluto, completamente desapasionado. Hay que poner las tres cosas más mundanas que podamos encontrar’”. Para promocionar su debut en estudios realizan otra gira local, esta vez acompañando a Wire, The Jam y Joy Division. Su siguiente single se intitula “Boys Don´t Cry”, y la letra prefigura en algo el ambiente afectivo que reaparecería en sucesivas producciones: “Diría que lo siento si pensara que eso te haría cambiar de parecer / Pero sé que hasta el momento he dicho demasiado que ha sido muy malo / Trato de reir al respecto / Cubrirlo todo con mentiras / Trato de reir al respecto / Ocultando las lágrimas en mis ojos / Porque los chicos no lloran...” En la canción “Three Imaginary Boys” se nota en cambio un sentimiento de angustia: “Veo el reflejo quebrado permaneciendo quieto ante el espejo del dormitorio / Sobre mi hombro / Pero no hay nadie ahí / Susurros en el silencio presionando cerca tras de mí / Presionando cerca detrás / ¿Puedes ayudarme?” La revista Melody Maker afirma acerca de The Cure: “Los 80 empiezan aquí”. Dempsey se va de la banda y Smith convoca a Matthieu Hartley para los teclados y a Simon Gallup de los Magspies al bajo, a la par que conoce a Steven Severin de Siouxsie & The Banshees, agrupación en la que tendría una importante participación durante la primera mitad de la década.

Si tuvieramos que nombrar tres discos decisivos en el proceso de evolución musical y en la identidad de The Cure, éstos serían, sin dudas, sus siguientes tres produccioness: “Seventeen Seconds” (1980), “Faith” (1981) y “Pornography” (1982). “Seventeen Seconds” es una obra brillante, de una impecable claridad y lucidez que se caracteriza por una armonía minimalista en cada tema, a la vez que una actitud de apatía, descontento, desánimo y cierta amargura en sus letras. “Play For Today” cruza a lo trivial, mientras que la cinemática “A Forest” es de un neto contenido onírico. Acerca de la actitud de The Cure en el disco, Smith comenta: “Todos nos estábamos dando cuenta de que ya no éramos más jóvenes” (La canción “Seventeen Seconds” dice: “Diecisiete segundos / Una medida de vida...”). Con “Faith” este tipo de ánimo se hizo crítico, lo que condujo a la renuncia de Hartley: “Me di cuenta de que el grupo estaba avanzando hacia una música suicida y sombría, la suerte de cosa que no me interesaba en lo absoluto”. En efecto, acerca de la música, Smith declaraba: “Solía pensar bastante en la muerte, solía pensar sobre cuan fácil era considerarla como algo abstracto hasta que se aparecía a tu puerta”. Smith visitaba iglesias y veía a la congregación orar por la eternidad con devoción y fe manifiesta en la vida después de la muerte. Dice: “De repente me di cuenta de que yo no tenía fe en lo absoluto y estaba asustado”. Por aquella época la madre de su amigo baterista Lol Tolhurst estaba desauciada y en fase terminal.

“Dos figuras pálidas se duelen en silencio / Intemporales en el patio quieto / Lado a lado en tiempo y tristeza / Yo observo y actúo callado / Mientras pedazo a pedazo tú armas tu historia / Moviéndose a través de un pasado desconocido / Bailando en la fiesta del funeral / Recuerdos de sueños infantiles / Yacen inertes / Marchitándose / Sin vida / Tomados de la mano con miedo y sombras / Llorando en la fiesta del funeral” (“The Funeral Party”) “Ella se para doce pies sobre la inundación / Ella contempla sola a través del agua / La soledad crece y lentamente llena su cuerpo helado / Deslizándose hacia abajo / Uno a uno sus sentidos mueren / Los recuerdos se marchitan y dejan sus ojos que aún ven mundos que nunca fueron / Y una a una las aves brillantes la dejan / Al comenzar el violento sonido ella trata de volverse / Pero al final / Sin ruido / Resbala y se golpea su cabeza suave y oscura / El agua la saluda / La recibe / Y la ahoga a su gusto...” (“The Drowning Man”) “... Todo a una, siempre igual, pero la montaña nunca se mueve / Viólame como a un niño / Bautizado en sangre / Pintado como un santo desconocido / No queda nada más que esperanza... Me marché lejos solo / Sin nada más... que fe / Nada más que fe...” (“Faith”). El productor del álbum, Mike Hedges diría acerca de “Faith”: “La mayoría de las canciones son canciones como para ahorcarte”. Al tiempo de la composición de los temas, Smith estaba muy influenciado por la repetición hipnótica de los cantos monacales Benedictinos y las mantras hindúes, lo que le da a ciertas partes del disco una reminiscencia de catedral y un ambiente místico, opresivo y profundo, como la languidez del eco en una caverna (ídem “Charlotte Sometimes”, una pieza de transición entre “Faith” y “Pornography” más su lado B, la esquizofrénica “Splintered In Her Head”). La crítica del disco fue demoledora. El Record Mirror dice acerca de “Faith”: “Hueco, superficial, pretencioso, grandilocuente, carente de todo corazón y alma... pagado de su suerte. Debió haber muerto con Joy Division”. Sin embargo consiguió exactamente lo que Smith esperaba: transmitir un sentimiento de inercia y fracaso. Para la gira Faith, se hizo una película de casi media hora con su respectivo “soundtrack” que se proyectaba antes de la salida a escena, la imponente y tormentosa “Carnage Visors” –que significa exactamente lo opuesto a una rosa– la cual se incluyó más adelante como lado B de la versión en cassette de Faith. Los críticos comparaban los conciertos con una ceremonia religiosa, y Smith comentaría a la postre acerca de estos conciertos “... La mayoría de las veces dejaba el escenario llorando”.

“Pornography” sería la culminación de este ciclo de mórbida fascinación con la oscuridad, la desesperanza y la decadencia. Paradójicamente fue el disco que rankeó más alto en el UK Chart hasta la fecha; picó al Top #9 en mayo de 1982. Este álbum fue concebido durante unas vacaciones químicas donde lo cotidiano era el abuso del alcohol y las drogas. Smith trata de hacer memoria: “No podría recordar qué hice o dónde estuve, realmente perdí el contacto con lo que era real por un par de meses... Todos los que conozco llegan a un punto en que se sueltan un poco y se vuelven un poco locos por un tiempo; de otro modo nunca sabes cuáles son tus límites. Yo trataba de encontrar los míos”. La prensa publicaría comentarios como “Ian Curtis [vocalista suicida de Joy Division], en comparación, era un puñado de risas” o “Phil Spector en el infierno”. “Pornography” es sin lugar a dudas el disco más denso, atormentado y gótico de The Cure (“... Un día más como hoy y te mataré / Un deseo por carne y sangre verdadera / Y te veo ahogarte en la ducha / Empujando mi vida a través de tus ojos abiertos / Debo combatir esta enfermedad / Encontrar una cura / Debo combatir esta enfermedad...” –“Pornography”). La gira The 14 Explicit Moments fue una pesadilla constante donde las peleas con la audiencia en los conciertos, la banda tornándose progresivamente más violenta, y el consumo excesivo de sustancias instigaron a un choque entre Smith y Gallup que ocasionó una ruptura, debido principalmente al extremo peligroso y autodestructivo al que se estaba precipitando Gallup. Gallup llega a derribar a Smith de una trompada luego de una presentación en un club. En este punto se produce un viraje radical en los destinos de la banda.


Susurros, besos y desintegración

A finales de 1982 The Cure lanza el single “Let’s Go To Bed” que se convierte en un éxito inesperado en los Estados Unidos. La música tiene aditivos electrónicos y es plausiblemente dance; se trata de un típico hit del pop de los 80, con todos los ingredientes para convertirse en un suceso radial inmediato. La letra es pueril y juguetona, de un humor casi naïve: “Déjame tomar tus manos / Estoy sacudiéndome como leche / Volviéndose, volviéndose azul todo sobre las ventanas y el piso / Fuegos afuera en el cielo son perfectos como gatos / Nosotros dos juntos otra vez / Es siempre lo mismo / Un juego estúpido / Pero a mí no me importa si a ti no / Y yo no siento si tú no / Y yo no lo quiero si tú no / ¡Y no lo diré si tú no lo dices primero!”. En seguida Smith se va de paseo con Siouxsie & The Banshees al Lejano Oriente, y a su regreso graba dos singles y un album a dúo con el bajista de los Banshees, Steve Severin, en un proyecto musical llamado The Glove. Editan “Blue Sunshine”, un verdadero disco de colección. Por aquel entonces Smith se desenvolvía paralelamente en la guitarra como uno más de los Banshees. Había sido adoptado por el grupo como un Banshee, pero no pudo permanecer mucho tiempo con ellos por el estrés que le ocasionaba tantas responsabilidades. Tuvo que extenderle un certificado médico a Severin para demostrarle su incapacidad de continuar en ambos grupos. Como The Cure, Smith plasma temas soltados como singles que, junto a sus respectivos lados B, vendrían a conformar el siguiente disco “Japanese Whispers” (1983); “The Walk” que tiene un raro parecido al “Blue Monday” de New Order, dada la casualidad de que ambas canciones salieron casi al mismo tiempo y ambas rankearon al UK Top 20. “The Walk” sigue una línea incluso más pegajosa que “Let’s Go To Bed” y apela a una atmósfera de ensueño, exótica y colorida: “Te llamé después de la medianoche / Luego corrí hasta que exploté / Pasé por la mujer aulladora / Y me paré frente a tu puerta / Caminamos alrededor del lago / Y nos despertamos en la lluvia / Y cada uno se volvió / Preocupado en sus sueños de nuevo...” No obstante fue “The Lovecats”, –de una tonada loca con pianos y sonidos de botellas– una parodia de jazz con charleston, la que trepó más alto en la lista inglesa; hasta el #7. El realizador de sus videos, Tim Pope, dijo: “The Cure es una de las bandas más estúpidas con las que puedas trabajar, pero también es de las más brillantes e inteligentes”. Los hasta ahora fans de The Cure no se sintieron muy contentos con la transformación abrupta del estilo de la banda; muchos se sintieron traicionados. Smith declararía: “Realmente los detesto. Es como si fuéramos su banda mascota y cómo me atrevo a traficar con nuestra imagen misteriosa. Yo nunca pedí ciega devoción. Lo resiento porque están tratando de reducirme a alguien de una sola faceta a quien le está permitido producir un solo estilo de musica”.

En 1984 editan “The Top”, un disco que suena como una degeneración del “Japanese Whispers”, que tiene sus lados oscuros y retorcidos, pero que, sobre todo, trasluce su inspiración jovialmente alcohólica: “Despierto en la oscuridad / El tufo de enojo en el anverso de mi boca / Lo escupo en la pared / Y tomo algo más / Y arraso mi piel con hojas de afeitar / Y me maquillo en la nueva sangre / Y trato de verme muy bien / ¡Síganme! / Maquíllense en la nueva sangre / Y síganme adonde está la verdadera diversión / Tan crudo y egoísta como un perro enfermo / Lanzando sexo como un animal de Dios / Arrancaré tu cabello rojo por las raíces / Y te abrazaré resplandeciendo / Te abrazaré cariñosamente en la luz eléctrica muerta... Sacúdete, sacúdete, perro, sacúdete” (“Shake Dog Shake”). Una franca paranoia en un track ruidoso de aceleración punk, “Give Me It”: “¡Salte de mí! / ¡Saca tus dedos fuera de mi cara! / Este cuarto está muy caliente / Este cuarto está muy caliente / Yo rompo las paredes / Salte de mí / ¡Déjame en paz!...” La espiral enajenante de una hermosa melodía musulmana, “Wailing Wall”: “La ciudad santa suspiró como un hombre moribundo / Se movió con lágrimas de esperanza / Con las lágrimas de los ciegos / Y una y otra vez mientras la ciudad se pintaba / A través de calles rotas que me chupaban todo / Mis pies estaban desnudos y cortados con piedras / Con la caminata hacia la tierra prometida / Atravesé muchedumbres / Atravesé mares de plegarias / Por manos retorciéndose y aire asfixiante / Un buitre en el muro de los lamentos / Yo prosigo... esperando”. Una marcha bélica de broma, “The Empty World”: “Ella hablaba de los ejércitos que marchaban dentro de su cabeza / Y como malograban sus sueños / Pero, oh / ¡Cuán feliz era! / ¡Cuán orgullosa estaba! / De estar peleando en la guerra / En el mundo vacío”. Tópicos bastante más misteriosos como “The Top”: “«Es Jesús brillante» solías reirte / «Caminando por esas primorosas cuadras... / Esta cima es el lugar adonde nadie va / Sólo imagina / Sólo imagínatelo todo...»” También armonías singulares y antojadizas como la psicodelia de “The Caterpillar”, etc. En este período ocurren varios cambios en la composición del grupo, no obstante su imagen se define: maquillaje recargado de sombras en los ojos y lápices de labio rojo sangre; cabello enmarañado como de araña enredada o árbol deshojado en otoño, y actitudes excéntricas y remilgadas, entreviéndose en estos usos siempre una dosis de escabrosa malignidad. Al poco tiempo retorna Gallup reconciliado a la banda.

Su siguiente producción fue una muestra ejemplar de la esencia del rock de los 80. “The Head On The Door” salió a la venta en agosto de 1985 en el Reino Unido, y fue el disco más vendido y más comercial hasta este momento en la historia de la banda, lo cual no hace desmedro absoluto en su calidad y originalidad. “Inbetween Days” le tiene una deuda al New Order de los primeros años, siendo una espléndida composición por su agilidad y dinámica musical, así también su lado B, “The Exploding Boy”; mientras que la ansiosa “Close To Me” se convierte en el hit del disco, no pareciéndose a nada que la banda hubiera hecho antes (su video alude a claustrofobias, acrofobias e hidrofobias –encerrados en un ropero que se desbarranca por un precipicio y se hunde en el mar). Además se mantiene un aspecto “loco” del estilo de “The Top” como “The Baby Screams” y “Six Different Ways”; un rock más elaborado y contundente en “Push”, una alegoría mágica y nocturna en “A Night Like This”, y un saludo a lo depresivo y oscuro en “Sinking”: “Me voy sumiendo / Mientras los años pasan / Me estoy hundiendo / Por eso me engaño a mí mismo / Como todos los demás / Los secretos que escondo / Me tuercen por dentro / Me van debilitando / Por eso me engaño a mí mismo / Como todos los demás / Por eso me engaño a mí mismo / Como todos los demás / Me sumerjo en miedo y espero / Nunca volveré a sentir otra vez / Si sólo pudiera... / Si sólo pudiera... recordar algo al menos...”. Incluso hallamos influencias japonesas en “Kyoto Song” y guitarras flamencas en “The Blood”, esta última referida a un licor que conocieron en Portugal y que se llamaba “La Sangre”: “Estoy paralizado / Por la sangre de Cristo / Aunque nubla mis ojos / No puedo nunca detenerme...”. A pesar de todo esto “The Head On The Door” da la impresión de ser una obra homogénea, con cierta orientación de concepto. Editados como singles saldrían “Inbetween Days” y una versión con vientos de “Close To Me”. Al poco tiempo, en mayo del año siguiente, editan su primera recopilación de singles “Standing On A Beach –vinilo/cinta– / Staring At The Sea –compacto/video–“ (1979-1986) cuyas versiones en cinta y CD incluyen lados B y bonus, y que tiene una enorme acogida sobre todo ya en América. “Boys Don’t Cry” es remezclada y se convierte en el suceso en que The Cure esperaba que se convirtiera cuando fue lanzada originalmente, llegando ahora sí al Top 20. En los Estados Unidos “Killing An Arab” suscitó una susceptibilidad racista en torno a los árabes por lo que el disco llegaba a las tiendas con un disuasor de compra en la portada. Con todo esto la fiebre de The Cure fue expandiéndose por todo el mundo. Smith causó primicia en MTV cuando se cortó corto su peinado de araña enredada. Decía: “Estaba ya harto de ver a tanta gente que se veía como yo”. En 1987 aparece ante una gran expectativa el álbum doble “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me” que los embarca en la gira mundial The Kissing Tour que comprende además de Asia y Oceanía, Brasil y Argentina.

“Bésame, bésame, bésame / Tu lengua es como veneno / Tan hinchada que llena toda mi boca / Ámame, ámame, ámame / Me clavas al piso y jalas mis tripas de adentro hacia afuera / Sácala, sácala, sácala / Saca tu jodida voz fuera de mi cabeza / Yo nunca quise esto / Yo nunca quise nada de esto / Desearía que estuvieras muerta, muerta / Desearía que estuvieras muerta...” (“The Kiss”). “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me” es como el “Álbum Blanco” de The Cure; un pandemonium musical anti-concepto con cítaras, psicodelias y funky, y una batería de canciones que van desde lo ácido y turbio de “The Kiss” hasta la suavidad y dulzura del track inmediato “Catch”; desde la aspereza subterránea de “Snakepit” hasta la manía grandiosa y abigarrada de “Why Can’t I Be You?”, de la violencia gratuita de “Shiver And Shake” o la dureza de “Fight” a la incitación concupiscente y libidinosa de “If Only Tonight We Could Sleep” o el romanticismo de “Just Like Heaven”. En fin, es una integración de ideas sin ton ni son que tienen por objetivo marear y sorprender al novato escucha de The Cure en América. Quizás sea ésta su mayor virtud.

Tras la gira advino una temporada de descanso, y la gesta de una de las creaciones más extraordinarias de la banda, en opinión del escribiente, su disco favorito, “Disintegration” (mayo de 1989), del que se desprenderían los singles “Lullaby”, “Fascination Street”, “Lovesong” y “Pictures Of You”. Acerca de “Disintegration”, la crítica pronuncia comentarios como el siguiente: “un paso de retorno al mundo real de la soledad, el aislamiento, la incertidumbre, el arrepentimiento, el amor fallido, la incredulidad y el recuerdo de la felicidad”. No obstante, quienes suponían estos contenidos como un regreso a las fórmulas antiguas de “Seventeen Seconds”, “Faith” o “Pornography” estaban en un gran error. Si bien el álbum padece su cuota de herencia, afincándose temáticamente en estos discos, posee un alma sinfónica y una corporeidad majestuosa y monumental única. Es la desilusión, el desencanto y la oda fúnebre convertidos en una colección de melodías abatidas, cínicas o siniestras trasvasadas a lo sublime. “... A veces me haces sentir como si viviera en el confín del mundo / Como si viviera en el confín del mundo / «Es sólo el modo en que sonrío» / Dijiste...” (“Plainsong”). “Cada vez que estoy solo contigo / Me haces sentir como si... como si estuviera en casa otra vez... como si estuviera completo otra vez... como si fuera joven otra vez... como si fuese divertido otra vez... como si fuera libre otra vez... como si estuviera limpio otra vez...” (“Lovesong”). “...Tranquílamente sonríe / Sacudiendo su cabeza / Se arrastra más cerca / Más cerca ahora a la pata de la cama / Y más suave que la sombra / Y más rápido que las moscas / Sus brazos están alrededor mío / Y su lengua en mis ojos / «Estate quieto, está calmado, está tranquilo ya / Mi precioso niño / No forcejees así / O tan sólo te amaré más / Antes de que sea muy tarde para irme o encender la luz / El hombrearaña está teniéndote por cena esta noche»” (“Lullaby”). “Oh, extraño el beso de la traición / El desvergonzado beso de la vanidad / El que es suave y negro y aterciopelado / Apretado contra un costado mío / Con boca y ojos y corazón todos sangrientos / Y corriendo en grumosas corrientes de codicia / Mientras poco a poco se inicia la necesidad / De sólo dejar ir mi parte festiva...” (“Disintegration”). “Sin esperanzas dirigido hacia los ojos del fantasma otra vez / Estoy de rodillas y con mis manos en el aire otra vez / Empujando mi cara en el recuerdo de ti otra vez / Pero nunca sé si es real / Nunca sé cómo me quiero sentir / Nunca supe bien lo que quería decirte / Nunca manejé bien las palabras para explicártelo / Nunca supe bien cómo hacerlas verosímiles / Y ya ahora el tiempo se ha ido / Otro tiempo desperdiciado / Desesperadamente combatiendo al diablo, futilmente / Sintiendo al monstruo trepar más hondo dentro de mí / Sintiéndolo roerse todo mi corazón hambrientamente / Nunca perderé este dolor / Nunca soñaré contigo otra vez” (“Untitled”). “Disintegration” fue un éxito de ventas en Europa y América, mientras la banda declaraba mentirosamente que no efectuaría más conciertos después de la gira The Prayer Tour, y se rumoreaba una posible desintegración. “Fascination Street” es una obra maestra, muy imponente por la rutilancia sónica de las guitarras, cada una en secuencias distintas –en algún momento se llegan a escuchar hasta a tres sonando al mismo tiempo–. Se trata de un single bien representativo de lo que a la Billboard le vino a bien llamar “modern rock”. El single de “Lovesong” incluye un par de magníficas canciones: “2 Late” y “Fear Of Ghosts” que incomprensiblemente decidieron no incluir en ningún album. El video de “Lullaby” fue nominado a los British Awards; en él se veía a una pequeña banda militar de fantasmas polvorientos y telarañosos que despertaban a Smith de su sueño a mitad de la noche, y al final éste era devorado por una especie de araña gigantesca. Una presentación de The Cure en el programa Top Of The Pops fue transmitida omitiendo todo acercamiento de la cámara a primeros planos, pues el director consideraba “el lápiz labial y las pesadas sombras negras de los ojos demasiado siniestros para los niños” (!). The Cure tuvo un lleno total tres fechas seguidas en el estadio Wembley Arena de Londres donde demostró una performance en vivo que colmó las expectativas del público y de la crítica.


Los 90 y las Flores de Sangre

Los 90 fueron una década muy floja para The Cure. Lanzaron tan sólo dos discos en estudio (“Wish” y “Wild Mood Swings”), dos discos oficiales en concierto (“Show” y “Paris”), uno de remezclas (“Mixed Up”) y una segunda recopilación de singles (“Galore”). Después de “Disintegration” se editó “Entreat”, un álbum que contenía la mayoría de los temas del álbum precedente pero en vivo, y cuya recaudación fue donada a las diez instituciones benéficas o de caridad preferidas por el grupo. Iniciando la nueva década apareció “Mixed Up” que tenía por novedad, además de las viejas versiones 12 pulgadas de temas conocidos, otras remezclas electrónicas más alucinantes de las que destacan “Close To Me”, “The Walk”, “Inbetween Days” y “A Forest”, además de un tema nuevo muy guitarrero, “Never Enough”. La confección de este álbum convocó a luminarias de la tecnología de las mezclas como Mark Saunders y William Orbit. Para esta época Lol Tolhurst ya había sido desembarcado de The Cure debido a su holgazanería, improductividad y exceso con el alcohol, lo que lo condujo a una disputa legal por las regalías de los temas que la banda interpretaba en vivo. La corte finalmente falló a favor de The Cure y Fiction Records, estableciéndose que en la composición de los temas Tolhurst no había tenido mayor participación a pesar de su mención como compositor. “Wish” sale al mercado en 1992 con muchas críticas favorables pese a no ser un disco con mayores innovaciones musicales y que condensa en gran parte el estilo de fórmulas pasadas que habían rendido muy buen efecto comercial y de imagen. Pero también se nota en “Wish” la influencia de nuevas corrientes en boga a inicios de la década, como el grunge y la neopsicodelia (“Cut”, “Open”, “End”), temas respetablemente movedizos que se convierten en éxitos rotundos como “High” y “Friday I’m In Love”, y otros atrozmente insufribles como “Wendy Time”. Algo muy interesante es además la variedad de espectro en el contenido de las líricas: “Realmente no sé lo que estoy haciendo aquí / Realmente creo que debería haberme ido a la cama esta noche / Pero «sólo un trago y ya hay gente a la que te encuentras / Creo que te agradarán / Tengo que decir que estaremos / Y te prometo que en menos de una hora de verdad nos iremos / Ahora por qué mejor no te traigo otra mientras dices hola / Sí, sólo di hola...»”: todo un proceso de alcoholización en “Open”. –“No hay nadie más en el mundo en quien me pueda apoyar / No hay realmente nadie más en lo absoluto / Estás sólo tú / Y si me dejas ahora / Dejarás todo lo que hemos sido deshecho / No hay realmente nadie más / Tú eres la única / Y aún queda la parte más difícil para ti / Que pongas tu confianza en mí / Te amo más de lo que puedo decir / ¿Por qué no sólo crees?...” (“Trust”). “... Era la dulzura de tu piel / Era la esperanza de todo lo que pudimos haber sido / Que me llenó con la esperanza de desear... cosas imposibles / Desear cosas imposibles...” (“To Wish Impossible Things”). “Creo que he alcanzado ese punto / Donde rendirme y continuar / Son ambos el mismo final de muerte para mí / Son ambos la misma vieja canción... Creo que he alcanzado ese punto / Donde todas las cosas que tienes que decir / Y las esperanzas de algo más de mi parte / Son sólo juegos con los que pasar el tiempo / Por favor para de amarme / Por favor para de amarme / No soy ninguna de estas cosas...” (“End”). “Wish” ingreso directamente al #2 en los Estados Unidos y al #1 en Inglaterra, y es hasta hoy el disco más vendido y de mayor éxito de The Cure en el mundo.

Siguieron dos discos en concierto, ambos de una excelente performance, quizá la mejor que jamás consiguiera la banda: “Show”, grabado en Detroit, que contiene la mayoría de sus temas más conocidos, y “Paris” grabado en la capital francesa y que es una colección mucho más selectiva. El grupo aparecería en los años siguientes en otras facetas, haciendo bandas sonoras de películas: “Burn” (“The Crow”), “Dredd Song” (“The Judge Dredd”), “More Than This” (“The X-Files”), y covers en tributo a otros artistas, como lo hiciera en el 90 con el “Hello I Love You” de The Doors: Jimi Hendrix (una versión electrónica y bien ácida de “Purple Haze”), David Bowie (“Young Americans”) y Depeche Mode (“World In My Eyes”). En 1996 sale a la venta “Wild Mood Swings”, en opinión del escribiente, el peor disco de The Cure, por lo que preferiría no comentarlo demasiado. Los temas son demasiado fáciles, a veces rayano en la monserga, el sonsonete y la estúpidez (por ejemplo “Mint Car”), o adolescen del recurso a un exoticismo innecesario (la mexicanada espantosa de “The 13th”). Una excepción importante es “Treasure”, una canción mustia y muy inspirada con un dulce juego de violines. Entretanto se han producido algunas variantes en la conformación del grupo; la definitiva es Smith (voz, guitarra, teclados), Gallup (bajo, teclados), Perry Bamonte que se acopló en 1990 (primero teclados y luego guitarra), Roger O’Donnell de los Psychedelic Furs que llegó a los teclados para “Disintegration”, yéndose luego y regresando en el 94, y Jason Cooper, el último integrante que relevó a Boris Williams en la batería en 1993. En 98 Smith aparece en un episodio de la serie de dibujos animados South Park, como el héroe que salva al mundo de las garras de la malvada “Mecha” Streisand.

En febrero del 2000 aparece “Bloodflowers”, que se presenta como el disco de despedida de The Cure. Smith anunciaba este álbum como “pesado y más oscuro, algo entre «Pornography» y «Disintegration»”, y como el que completa la trilogía –éstos tres son los discos favoritos de Smith–. “Bloodflowers” es un intento válido y muy consecuente de reivindicación por la mediocridad cometida en algún punto de lo 90. Globalmente, “Bloodflowers” es denso y lento pero tiene aspectos muy rockeros y psicodélicos, que van, para iniciar, de la nostalgia en el primer track “Out Of This World” a una distorsión y decadencia de más de once minutos en “Watching Me Fall” en el segundo: “Sí, los he estado viendo desnudarse hasta los huesos en el espejo del cuarto / Viéndola tragárselo todo como si no fuera a mí en lo absoluto / Ella aprieta sus manos y yo la sigo abajo a mis rodillas / Y la chupada insaciable dentro sonríe: «Te olvidarás de ti en mí»... Y en la cama rojo sangre en Tokyo me veo regresar / Ella lo estuvo jalando por horas / Más hondo de lo que nunca he estado / Y mientras caigo, en el espejo de la pared / Me estoy viendo gritar / Me estoy viendo gritar... Viéndome descender / Me veo desaparecer / Y un día, sí, sé que no volveré más...” Un pesimismo filosófico continúa en “Where The Birds Always Sing”: “... El mundo no es justo ni injusto / Pues algunos sobreviven / Otros mueren / Y tú siempre quieres una razón del por qué / Pero el mundo no es justo ni injusto / Es sólo nosotros tratando de sentir que hay algún sentido en él... No significa que tenga que haber un «así son las cosas» / Ningún sentido especial de manos ocultas moviendo los hilos / Pero el vivir en otros, en recuerdos y en sueños / No es suficiente / Y nunca lo es / Tú siempre quieres mucho más que esto... Un eterno sentimiento del alma y una eternidad del amor / Una dulce madre debajo y un justo padre arriba / Para vivir en otros, en recuerdos y en sueños / No es suficiente / Tú lo quieres todo / Otro mundo donde las aves siempre canten...” La desolación de una dolorosa melancolía en “The Last Day Of Summer”, que podría incluirse perfectamente en “Disintegration”: “Nada soy / Nada sueño / Nada es nuevo / Nada pienso o creo o digo / Nada es verdad / Solía ser tan fácil / Nunca siquiera traté / Sí, solía ser tan fácil / Pero el último día del verano / Nunca me sentí tan frío / El último día del verano / Nunca me sentí tan viejo / Todo lo que tengo / Todo lo que acojo / Todo eso está mal / Todo lo que siento o en lo que confío o lo que amo / Todo eso se ha ido / Solía ser tan fácil...” Confesiones autobiográficas en “39”, la edad de Smith a la fecha: “Así que el fuego está casi extinto y no queda nada más que quemar / Me han huido los pensamientos y me han huido las palabras / A medida que los usaba... La mitad de mi vida he estado aquí / La mitad de mi vida en las llamas / Usando todo lo que alguna vez tuve para mantener el fuego ardiendo / Pero no queda nada más que quemar / Y el fuego está casi extinto...” Por último, la penumbra sigilosa y corrosiva de “Bloodflowers”, la canción que da título al álbum y que recuerda los viejos tiempos de “Pornography”. Los versos que cierran el disco dicen: “Entre tú y yo / Es siempre difícil saber realmente / En quién confiar / Cómo pensar / Qué creer / Entre mí y tú / Es siempre difícil saber realmente / A quién escoger / Cómo sentir / Qué hacer / Nunca se marchitan / Nunca mueren / Tú me das Flores de Amor / Siempre se marchitan / Siempre mueren / Yo dejo caer... Flores de Sangre.”

Algunas ocurrencias inesperadas en “Bloodflowers” son, por ejemplo, “The Loudest Sound” que es uno de sus mayores atributos por la originalidad de los sonidos en la línea de las guitarras, y “Watching Me Fall” por la base de los sintetizadores y el implemento técnico de la furiosa bulla feedback en la pared de ruido que obra de telón de fondo a la canción; un efecto semejante también en “39”. También “Where The Birds Always Sing” es una bonita canción. Un tema pop característico de The Cure es “Maybe Someday” que ya fue un fenómeno en las emisoras de todo el mundo, y principalmente rescatamos a “The Last Day Of Summer” que calculamos será un próximo single (siguiente a “Out Of This World”), brillante por su lacónica tristeza acústica y el añadido eléctrico que guarda afinidades con “Pictures Of You”. Por supuesto no olvidamos la taciturna y venenosa solvencia del tema homónimo al disco, una clamorosa muestra de lo que The Cure es capaz de lograr atmosféricamente. La gira The Dream Tour, en curso, se inició por España y el resto de Europa; dió a parar por los Estados Unidos, en octubre está por Australia, y Dios mediante venga también por Sudamérica. Smith declaró en junio a la prensa chilena su intención de visitar Perú, Venezuela, Colombia y Chile, por eso juntemos nuestras manos. Adelantamos que si vienen el concierto será en el Jockey Plaza, y los teloneros los Dolores Delirio, quienes fueron escogidos por el propio Robert Smith para un cover en un disco tributo a Cure de bandas latinoamericanas (la canción escogida: “M” de “17 Seconds”). Entendemos a “Bloodflowers” como una despedida digna para una de las poquísimas bandas que han sabido conservar vigencia, continuidad y coherencia por más de 20 años, evolucionando sin contaminarse con el influjo de las modas, y, sobre todo, ostentando una elevada calidad en su música además de una actitud y personalidad singulares. ¿Qué más necesitamos para combatir la enfermedad de las radios? Todavía contamos con La Cura. Démosle oreja.

02/2000.
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Psciencianálisis

¿ES EL PSICOANÁLISIS UNA CIENCIA?*

César Sparrow


A lo largo de su obra, Freud presentó numerosas veces su doctrina psicoanalítica como una ciencia[1], y siempre pareció esforzarse por asignarle un estatuto epistemológico que pudiera ser reconocido por los científicos de su tiempo. Infortunadamente no lo consiguió, a juicio mío, no tanto por las resistencias psíquicas a su ideas, dado que pudieran ser tenidas por socialmente subversivas, sino debido a su propia carencia de validez científica. El psicoanálisis creció y se expandió muchísimo desde la época de Freud, pero aún así no logró constituirse en una ciencia por las razones que exponemos a continuación:

a) No es susceptible de validación empírica o de verificación. Quiere decir que las hipótesis que constituyen su cuerpo teórico no pueden examinarse experimentalmente ni pueden ser rigurosamente establecidas como verdaderas o falsas. En muchos casos dichas hipótesis no están ni siquiera lo suficientemente bien definidas como para ser estudiadas científicamente[2]. Pero, ¿acaso concepciones como el inconsciente o las verdades subjetivas pueden estudiarse objetivamente como en los experimentos físicos o químicos? No. Sin embargo cualquier proposición que se pretenda verdadera, debe poder ser susceptible de ser comprobada o verificada: Si se postula que “el complejo de Edipo es el nódulo de las neurosis” o que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”, se debe ser capaz de dar una definición lo más precisa y unívoca posible de “complejo de Edipo” y de “inconsciente”. Si estos conceptos no están bien definidos, luego toda investigación seria y rigurosa en este campo es superflua ya que no habría manera de demostrar que lo que se formula es verdadero o existente. Los criterios de demostración no son necesariamente válidos para ciencias sociales como la sociología, la psicología, la antropología o la lingüística, pero en la medida en que su estudio es objetivo y científico, sus hipótesis y constructos son susceptibles de verificación, es decir que puede decirse de ellos que son verdaderos o que no lo son. Por ejemplo, enfoques como los estudios sincrónico y diacrónico de la lengua en lingüística, aunque perfectibles, están bien definidos, son verificables en la experiencia y son útiles para la investigación en tanto no se diseñen o construyan otros que los superen.

b) Su no exclusión de explicaciones alternativas. Significa que toda hipótesis científica debe, en la medida de lo posible, ser capaz de excluir explicaciones diferentes de las que postula como causales para sustentar los efectos que pretende explicar o predecir. Por ejemplo, se puede interpretar un cuadro patológico de histeria disociativa como efecto parcial de una regresión a fantasías infantiles reprimidas o una conducta o lenguaje delirante como un efecto de “la forclusión del Nombre-del-Padre”, así como pueden ser igualmente atribuibles a la posesión demoníaca, a un castigo de Dios o al “mal de ojo”. Una explicación científica genuina procura descartar interpretaciones diversas, además de fundamentar con datos por qué su hipótesis es superior a otra o la única viable desde un punto de vista racional y objetivo.

c) Es irrefutable. Como lo señalaba Karl Popper[3], una teoría que se pretenda científica debe ser capaz de determinar bajo qué condiciones de excepción pudiera no ser válida o aplicable. Una teoría como la del psicoanálisis, que siempre puede encontrar explicaciones para los problemas mentales, no es científica porque no puede precisar en qué circunstancias podría no tener razón o equivocarse. Por ejemplo, en física, cuando la masa alcanza una velocidad cercana a la de la luz, los principios de la “ley de la gravitación universal” de Newton fallan y son más exactos los cálculos extraibles de la “teoría de la relatividad general”. Cuando las proporciones se reducen al espacio subatómico, los principios de la física clásica fallan o no son aplicables, y en cambio cuentan los de la mecánica cuántica. En cambio el psicoanálisis plantea que “todos los sueños son realizaciones de deseos disfrazados”, que “todos los sujetos tienen inconsciente”, o bien que han de “pasar por la castración” o que “tienen 1 de 3 estructuras psíquicas (neurosis, psicosis o perversión)”, sin indicar cuando tales proposiciones pudieran no ser. Es cierto que no es comparable el objeto de estudio de la física con el del psicoanálisis; pero, ¿son sus conocimientos más exactos o generalizables que los de la física?, ¿o puede de algún modo probar lo que afirma? [4]

d) Su reificación del inconsciente y de otros términos. Reificación significa ‘tomar o utilizar como concretos términos que en realidad son abstractos’. La existencia de entidades intangibles e imponderables (¿en el cerebro o dónde?) como “inconsciente”, “superyó”, “pulsión” o “principio del placer” son incontrastables y por consiguiente inverificables. A menudo el psicoanálisis recurre a estos conceptos para explicar fenómenos, lo que constituye una reificación flagrante, pues las abstracciones no pueden producir como consecuencia lógica efectos materiales. Este problema es análogo al del alma o el del espíritu, cuya existencia no puede refutarse aunque tampoco pueda ser verificada. Entonces la “existencia” depende tan sólo de la creencia del místico o del psicoanalista, o de su paciente, si éste es persuadido de tal ‘verdad’.

Si el psicoanálisis no es una ciencia, entonces, ¿qué puede ser? Propongo que el psicoanálisis puede ser:

Una pseudociencia. Como el psicoanálisis todavía es denotado como ciencia por algunos psicoanalistas, luego es una pseudociencia por su pretensión injustificada de cientificidad. Para Bunge[5], una pseudociencia se diferencia de una ciencia verdadera en que la pseudociencia, entre otras características, es crédula, es dogmática, rechaza la crítica y es cerrada y reacia a interactuar con las ciencias verdaderas.

Una hermenéutica. La hermenéutica es el arte de interpretar los textos para encontrarles su sentido verdadero. Como muchos de los conceptos del psicoanálisis no están bien definidos y se prestan a ambigüedades y a diversos sentidos, luego es –como lo ha venido siendo– un terreno fértil para la interpretación y el desciframiento de sus verdaderos significados y de las intenciones de los autores que introdujeron tales conceptos.

Una fe. Esto porque para inteligir algunos de sus conceptos complejos es necesario asumirlos como verdaderos o aceptarlos sin más para seguir profundizando en sus “conocimientos”. En general, el psicoanálisis apela más a la creencia que pueda despertar en sus seguidores que a un análisis razonado, crítico, impersonal y objetivo. Para el psicoanálisis es más valiosa la “transferencia” afectiva que el escepticismo científico.

Una doctrina sobre el sujeto. Una doctrina en la medida en que da explicaciones convincentes y más o menos coherentes y sistemáticas sobre la naturaleza, las motivaciones y el devenir existencial del hombre.

Una filosofía. En tanto se lo supone animado por el deseo constante e insistente de saber. Aunque el psicoanálisis tampoco haya sido propuesto formalmente jamás como una filosofía, es para los psicoanalistas una fuente fehaciente de información –proveniente tanto de su teoría como de su práctica– para concebir e interpretar el mundo humano.

Una ética. En tanto postula principios determinados o pautas de conducta normativas para el ejercicio de su práctica; no solamente desde el punto de vista de su técnica clínica, sino desde su concepción de los procesos mentales.

Algunas preguntas:

Ø ¿Convendría que el psicoanálisis fuera una ciencia o basta con que sea un conjunto de creencias explicativas organizadas?

La conveniencia: A mi juicio, lo más conveniente sería que el psicoanálisis pudiera constituirse en una ciencia. Pero, ¿lo más conveniente para quién? Ciertamente no para el propio psicoanálisis. Si el psicoanálisis puede investigarse científicamente, como lo sostienen algunos filósofos de la ciencia[6] e investigadores[7], entonces corre el riesgo de modificar significativamente sus principios, lo que afectaría su cuerpo teórico, pudiendo éste en última instancia ser refutado. De hecho, varios filósofos de la ciencia e investigadores opinan que ya ha sido refutado. Si el psicoanálisis no puede investigarse científicamente, como lo sostienen algunos filósofos[8] y psicoanalistas[9], entonces no podría reclamar ningún estatuto científico. Sin embargo convendría a los usuarios del psicoanálisis, como a los de cualquier otro tipo de servicio de salud, poseer siquiera un mínimo de conocimiento sobre la efectividad, eficacia, ventajas y desventajas de los tratamientos ofrecidos a su disposición. Para contar con tal información se requiere necesariamente de la investigación.

Ø Pero, ¿podría el psicoanálisis ser válido aun cuando no fuera científico? ¿O es que acaso todo cuanto no sea científico debe ser descartado?

La validez: No todo cuanto no sea científico debe ser descartado: El valor conceptual del psicoanálisis podría convalidarse extra-científicamente mediante la demostración de su eficacia terapéutica.[10] Sin embargo, el argumento de la validez del psicoanálisis por su superioridad terapéutica en el tratamiento de las neurosis en comparación con otras psicoterapias, es contradicho por la evidencia de los resultados de estudios estadísticos y longitudinales, donde el psicoanálisis no demuestra una superioridad terapéutica o una eficacia superior (por ejemplo, remisión sin recaídas) al de otras psicoterapias. Algunos estudios señalan, en cambio, que otras psicoterapias, como la comportamental, parecen ser más eficaces que el psicoanálisis en el tratamiento de las neurosis. Desde un punto de vista estrictamente empírico, las psicoterapias comportamentales y cognitivo-conductuales son las únicas que realmente han podido demostrar efectividad terapéutica porque, por ejemplo, disponen de registros exhaustivos para hacer el seguimiento de los casos y poder fundamentar así su eficacia. No obstante, el psicoanálisis ha mostrado una efectividad relativa, aunque ella no ha sido lo suficientemente validada de manera sistemática y sostenida a través de los estudios correspondientes.

Ø ¿Los recursos lógicos y matemáticos adoptados por el psicoanálisis no le dan formalidad y rigor científicos a sus formulaciones?

Lacan: Ha sido cuestionada y muy discutida y criticada la pertinencia de algunas elaboraciones teóricas de Lacan para el psicoanálisis, a partir de construcciones tomadas de las ciencias exactas. Los físicos Sokal y Bricmont[11], además de otros científicos y epistemólogos contemporáneos que los secundan, han argumentado que Lacan en ninguna parte de su obra da fundamentación o justificación alguna para su importación de terminología de las ciencias exactas al dominio del psicoanálisis. Los autores piensan que las intenciones de Lacan eran impresionar e intimidar a un público no familiarizado con tales conceptos científicos, para darle un barniz o una apariencia de rigor y de cientificidad a sus formulaciones.[12] Independientemente de si esta interpretación es la correcta, los autores subrayan que en cualquier otro campo del conocimiento, el recurso de importar terminología científica para explicar fenómenos de una esfera del conocimiento distinta, debería ser congruente con una sustentación convincente[13]. Además, Sokal y Bricmont demuestran los errores de Lacan al abordar una terminología sobre la que no tiene conocimientos suficientes. Por ejemplo, señalan su confusión de los números imaginarios con los números irracionales, y su extrapolación arbitraria de conceptos de dominios diferentes con significados muy distintos, como la noción matemática del “espacio compacto” aplicada a algo llamado “campo de goce” en psicoanálisis. La utilidad de la terminología de las ciencias exactas para el psicoanálisis ha sido fundamentada por los seguidores de Lacan[14], pero por lo menos estas dos críticas –su no justificación empírica o conceptual y sus errores en la utilización de la terminología científica– no han sido absueltas satisfactoriamente.

Ø ¿Pero no es acaso asumir una actitud positivista y una postura dogmática el sostener que sólo la ciencia es la única tributaria de “la verdad”? ¿Además, no son los criterios de “verdad” o “realidad” relativos; es decir que hay verdades y realidades que sólo cuentan para un sujeto, de manera íntima? ¿O hay acaso algo como una “verdad absoluta” o completamente “objetiva”? ¿Qué es puramente “objetivo”, sin la intervención de algún sujeto?

Subjetivismo/Positivismo/Dogmatismo:

Creo que era Milan Kundera quien decía algo como “en este mundo nada es verdad ni nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Aunque esta frase puede impresionar en un sentido estético, soy de la opinión de que se trata de un sofisma y de una afirmación falaz. Permítaseme responder con preguntas algo prosaicas: ¿Puede una mujer estar relativamente embarazada? ¿Depende de el sujeto que su hermano deje de sufrir cáncer? Si en una construcción la cabeza de un trabajador es aplastada por una tonelada de concreto, ¿valdrá decir del efecto que ello le ocasionará, que es una “realidad” o “verdad relativa” o “subjetiva”? Durante un breve lapso podrá haber cierta indefinición o duda razonable acerca del embarazo o la muerte o la existencia del cáncer, pero la incertidumbre se disipará más bien pronto. Pudiera alegarse que estos temas son médicos. Bueno, si un soldado del Ejército “pone” una bala en el cerebro del hijo de un campesino, independientemente de un juicio moral o legal, ¿es esto un hecho o una “realidad” o una “verdad” subjetivos o relativos, o “dependerá del cristal con que se lo mire” determinar si lo hizo o no lo hizo? Podríamos dar unos cuantos ejemplos más por el estilo, referidos al sujeto humano, no a la ciencia positiva.

Pero es cierto que para la mente humana los hechos de la realidad rara vez son tan claros o tan bien definidos. Freud mostró cómo la producción de síntomas neuróticos dependía a menudo más de cierto orden de fantasías que de la realidad factual. ¿Autoriza esto a que la teoría del psicoanálisis pueda ser asimismo subjetiva? ¿No se impone, por el contrario, por la materia misma de que se trata su estudio, extremar el cuidado de no incurrir en subjetivismo para su teoría? Una teoría que se pretenda científica o rigurosa no puede ser subjetiva, debe ser objetiva.

¿Qué es “objetivo”? ‘Objetivo’ es todo aquello cuanto existe relativo al ‘objeto’ en sí, o sea, independientemente de lo que pensemos, sintamos, imaginemos o creamos, e independientemente de que lo conozcamos o no, o de que nos guste o no nos guste. Esta noción parte de un axioma científico que dice que el mundo, aunque con una pequeña diferencia, existiría igual sin nosotros. Por esto el científico se esfuerza por controlar y mensurar lo mejor posible las variables de desviación que introduce o que imprime en su objeto de estudio cuando lo estudia. Por ejemplo, un antropólogo que quisiera estudiar la manera en que se establecen las relaciones de parentesco en determinada tribu, se preocupará, para una labor de observación, por registrar escrupulosamente el grado de distorsión que introduce en el comportamiento de los miembros de la tribu que investiga. Cuando lo haya logrado de manera hasta cierto punto satisfactoria, podrá manipular las variables a su disposición, incluyendo desde luego la que él mismo representa, para una labor de experimentación. Ello le servirá para ampliar sus conocimientos, pero al mismo tiempo complicará muchísimo más el objeto y las condiciones de su estudio.

Entonces: una actitud científica no puede ser dogmática. Son dogmáticas las proposiciones que afirman hechos establecidos y verdades incuestionables cuando no han sido, o no pueden ser sometidos a prueba alguna que los verifique o que demuestre su veracidad. Así decía Bertrand Russell[15]: «No es deseable creer en una proposición cuando no existe ninguna razón para pensar que es verdadera». Para un científico, una sola refutación vale más que mil confirmaciones. Una actitud científica genuina se caracteriza por ser crítica y desconfiada –porque toda ciencia es falible y perfectible– y por consiguiente no puede ser dogmática. Ella misma es, podríamos decir, la propia cura contra el dogmatismo. Un dogmático vuelve continuamente, de manera circular y tautológica a sus Escrituras en busca de la verdad y del conocimiento cierto e innegable (‘es cierto porque lo dijo Freud’ o ‘lo que dice X es falso porque contradice lo que dijo Lacan’), en lugar de buscar evidencias o pruebas que respalden o bien rebatan sus hipótesis. En cambio para un científico no hay verdades intocables, todo conocimiento le es problemático, entiende que ningún saber es definitivo y que aquello que halle puede ser mejorado o refutado al contrastarlo con otras experiencias o a medida que su ciencia progrese. Un saber que no pueda ser probado, verificado o contrastado puede que sea una ‘verdad revelada’ o una ‘sabiduría’ pero, estrictamente hablando, no le incumbe a la investigación científica. Avalar, asentir y creer ciegamente (la falacia de autoridad: ‘es cierto lo que Y dijo porque él lo dijo’) es más fácil que desconfiar, investigar y criticar.

La ciencia también se diferencia de la ideología y de la religión porque no permanece atada a un conjunto de proposiciones eternamente; y no sólo cambia, sino que tiene que cambiar como consecuencia de nuevos y mejores conocimientos o descubrimientos. Lo hasta aquí expuesto es válido para cualquier ciencia propiamente dicha, no privativo de un enfoque “positivista” de la ciencia. ¿O se estudian hoy la antropología, la lingüística, la sociología o la psicología como ciencias positivas?

Por otra parte, ¿qué logros notables han obtenido el pensamiento subjetivista, el relativismo epistémico o las disquisiciones retóricas o las divagaciones meramente intelectuales, por más arduas y elaboradas que ellas sean? ¿Han servido o servirán para encontrarle una cura al sida, para remediar las enfermedades de transmisión genética, para crear mejores métodos para el control de la natalidad o para producir alimentos sustitutos para poblaciones en extrema pobreza y carentes de recursos naturales? Es cierto que la ciencia, por intermedio de la tecnología, no se ha distinguido únicamente por producir ‘bondades’ para la humanidad; pero, aun cuando esto ya forme parte del discurso político, cabe preguntar, ¿cuál será entonces la alternativa? ¿Renunciar a todo conocimiento por la vía de la ciencia y volver a vivir como en la Edad de Piedra o en el Oscurantismo? Considero que, pese a todo, la ciencia, junto con las artes, ha sido y sigue siendo por sí misma una de las mayores conquistas alcanzadas por el hombre. No es la ciencia la que perpetra los crímenes; los peores latrocinios han sido cometidos en el nombre de creencias incuestionables, no en el de la ciencia.

Las hipótesis científicas son perfectibles y falibles mas, aunque el conocimiento científico pueda ser desagradable e inconveniente, contradecir a importantes autores y humillar al sentido común y a la intuición, siempre es susceptible de ser confirmado y establecido como verdadero. Así la ciencia es éticamente valiosa, porque nos recuerda que corregir los errores es tan valioso como no cometerlos[16]. Dejo como conclusión final las palabras de Sokal[17], con las que concuerdo plenamente:

Diría a los lectores lo mismo que digo a mis alumnos a principios de cada semestre. Que es: utiliza tu propia cabeza; nunca creas algo por la simple razón de que yo lo diga. Si yo afirmo algo, tengo la obligación de sostener mis afirmaciones con razonamientos lógicos y/o datos empíricos. Tengo la obligación de explicarte lógica y claramente por qué es razonable creer lo que estoy diciendo. Y si mis explicaciones no te son convincentes, debes pedirme más explicaciones, hasta que puedas formular tu propio juicio racional. Creo que es un buen consejo, no sólo para estudiantes de física o matemáticas, sino también para ciudadanos.


12/2002.


csparrowly@hotmail.com


* Publicado en la Revista de Psicología de la UNMSM (2003). Año VII, No. 4.
[1] Por ejemplo: Freud, Sigmund. (1922): «Psicoanálisis y Teoría de la libido (Dos artículos de Enciclopedia)». En Obras completas. Madrid: Biblioteca Nueva (1973).
[2] Fernández, Sergio P. (1999): «Epistemología y Psicoanálisis ¿Ciencia, hermenéutica o ética?». En Cinta de Moebio. No.5. Abril de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile. http://rehue.csociales.uchile.cl/publicaciones/moebio/05/frames06.htm
[3] Popper, Karl R. (1959): The logic of Scientific Discovery. Londres: Hutchinson.
[4] En su libro ¿Por qué el psicoanálisis? (ROUDINESCO, Elisabeth. 1999: Pourquoi la psychanalyse? Paris: Fayard.), la psicoanalista Elisabeth Roudinesco llama al psicoanálisis “ciencia de la subjetividad” y escribe: «Teología laica, el cientificismo acompaña sin cesar el discurso de la ciencia y la evolución de las ciencias que pretenden resolver todos los problemas humanos por una creencia en la determinación absoluta de la capacidad de La ciencia de resolverlos.» El físico belga Jean Bricmont, en un artículo titulado ¿Cómo puedo ser “positivista”? (Bricmont, Jean. 2000: «Comment peut-on être “positiviste”?». Publicado en Psychanalyse, Que reste-t-il de nos amours? Francis Martens, Revue de l'Université de Bruxelles, 2000, 2, Editions Complexes: http://dogma.free.fr/txt/JB-Positiviste.htm) contesta esta posición, indicando que el problema del “sujeto” y del inconsciente es análogo al del alma o el del espíritu. Roudinesco comenta en su libro: «Podemos igualmente leer aquí que el inconsciente freudiano no es “ni hereditario, ni cerebral, ni automático, ni neuronal, ni cognitivo, ni metafísico, ni simbólico, etc. ¿Pero entonces cuál es su naturaleza y por qué siempre es objeto de tan arduas polémicas?”». Bricmont se pregunta lo mismo. Y dice: «Si el “sujeto” significa lo indeterminado o lo no-causal –por oposición a aquello dependiente al menos de una causalidad estadística–, entonces no existe y no puede existir una “ciencia del sujeto”, porque todo lo que la ciencia puede hacer, es justamente descubrir y examinar las relaciones causales, ni más ni menos.» En relación a la imputación a la ciencia de ser “teología laica” y de pretender un saber absoluto para resolver todos los problemas humanos, Bricmont le opone a Roudinesco una observación de Bertrand Russell (RUSSELL, Bertrand. 1946: History of Western Philosophy. Londres: Routledge, 1991.): «Admitimos honestamente que el intelecto humano no es capaz de aportar respuestas concluyentes a numerosas cuestiones esenciales para la humanidad, pero nos rehusamos a creer que exista un camino “superior” del conocimiento por el que se pueda acceder a las verdades ocultas a la ciencia y al intelecto.». Bricmont: «Hay un mundo de diferencia entre estas dos aserciones, entre la afirmación caricaturesca de que la ciencia no conoce límites y la idea modesta de que aquello que podemos conocer, lo conocemos por los medios científicos.».
[5] Bunge, Mario. (2001): «¿Qué son las seudociencias?». Montreal. Publicado en La Razón y El Escéptico Digital. http://www.arp-sapc.org/docentes/bungeprinc.html
[6] Por ejemplo Adolf Grünbaum: Grünbaum, Adolf. (1984): The Foundations of Psychoanalysis; A Philosophical Critique. Berkeley: University of California Press.; Jacques Van Rillaer: Van Rillaer, Jacques. (1980): Les illusions de la psychanalyse. Sprimont: Mardaga.
[7] Por ejemplo Hans J. Eysenck: Eysenck, Hans J. y Wilson, Glenn D. (1973): El estudio experimental de las teorías freudianas. Madrid: Alianza Editorial.
[8] Por ejemplo Paul Ricoeur y Jürgen Habermas.
[9] Por ejemplo Elisabeth Roudinesco (1999); Jean-Michel Vappereau, Serge Hajlblum y René Lew; Roland Gori, Christian Hoffmann (1999).
[10] Un comité de investigación de la Asociación Psicoanalítica Internacional, publicó una revisión “de puertas abiertas” (2002, versión en español del informe) que reúne más de 50 estudios sobre los resultados y la efectividad del psicoanálisis hasta 1998. Las conclusiones de este informe le son muy favorables al psicoanálisis. Descontando que dicha revisión pudiera estimarse sospechosa de parcialidad, se echa de menos que ninguno de los estudios correlacionales consignados incluya a las psicoterapias comportamentales o cognitivo-conductuales. La mayoría de ellos compara al psicoanálisis con la psicoterapia psicoanalítica u otros tratamientos derivados del psicoanálisis. Un hallazgo interesante, sin embargo, es que el psicoanálisis no fue capaz de probar en estos estudios una superioridad terapéutica a los resultados de la terapia jungiana, o de la rogeriana o “centrada en el cliente”, dado que obtienen resultados casi idénticos en eficacia clínica.
[11] Sokal, Alan D. y Bricmont, Jean. (1997): Impostures Intellectuelles. París: Éditions Odile Jacob.
[12] Para la época de uno de sus últimos seminarios (Lacan, Jacques. 1977: Seminario 25. El momento de concluir. Clase 1. «Una práctica de charlatanería». –seminario inédito–), Lacan ya había desistido de su aspiración de incluir al psicoanálisis dentro de lo que denominó “ciencias conjeturales” (Lacan, Jacques. 1953: «Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis». En Escritos I. México: Siglo XXI. 1980.), reconociendo al fin su carácter no científico en razón de su “infalsabilidad”. Caracteriza al psicoanálisis, en cambio, como “una práctica de charlatanería”. Allí dice: «Lo que tengo que decirles, voy a decírselos, es que el psicoanálisis debe ser tomado en serio, aún cuando no sea una ciencia. Porque lo enojoso, como lo ha mostrado sobreabundantemente un llamado Karl Popper, es que no es una ciencia porque es irrefutable. Es una práctica que dure lo que dure, es una práctica de charlatanería (bavardage). Ninguna charlatanería carece de riesgos. Ya la palabra charlatanería implica algo. Lo que implica está suficientemente dicho por la palabra charlatanería, lo que quiere decir que no hay más que frases, es decir lo que se llama “las proposiciones” que implican consecuencias, las palabras también. La charlatanería lleva la palabra al rango de babear (baver) o de espurrear, la reduce a la suerte de salpicadura que resulta de eso. Bien.».
[13] Sokal y Bricmont acusan, entre otros autores, a Lacan de ser un ‘impostor intelectual’ por hacer ‘abuso de la ciencia’. Una de las características con que denotan tal acusación es la siguiente: «Importar conceptos de las ciencias naturales a las humanidades o ciencias sociales sin dar la mínima justificación conceptual o empírica. Si una bióloga quisiera aplicar, en su investigación, nociones elementales de topología matemática, o pongamos geometría diferencial, se le pediría que dé alguna explicación. Una analogía vaga no sería tomada muy en serio por sus colegas. Aquí, por contraste, aprendemos de Lacan que la estructura del sujeto neurótico es exactamente el toro (no es menos que la realidad misma), de Kristeva que el lenguaje poético puede ser teorizado en los términos de la cardinalidad del continuum, y de Baudrillard que la guerra moderna tiene lugar en el espacio no-euclideano –todo sin la menor explicación.».
[14] Consultar: Psicoanálisis, ciencia y pomodernismo. Acheronta:
http://psiconet.com/foros/psa-ciencia/index2.htm:
- Sauval, Michel. (1998): Ciencia, psicoanálisis y posmodernismo (Acerca del libro “Impostures Intellectuelles” de Sokal y Bricmont).
- Hajlblum, Serge. Réponse à un défi (En réponse à Sokal et Bricmont).
- Vappereau, Jean-Michel; Hajlblum, Serge y Lew, René. Ni à tort ni à raison (En réponse à Sokal et Bricmont).
- Eidelberg, Alejandra. (1999): Presentación sobre el “affaire Sokal” en el Colegio Epistemológico del ICBA..; El nonsense posmoderno no es el de Lacan.
- Said, Eduardo. (1998): La “broma” de Sokal y el psicoanálisis lacaniano.
http://www.psyche-navegante.com/numero1-2/deotrasescuadras.htm
[15] Russell, Bertrand. (1991): Sceptical Essays. Londres: Routledge.
[16] Bunge, Mario. (1985): La ciencia, su método y su filosofía. Siglo Veinte: Buenos Aires.
[17] Ocaso de la posmodernidad/posmodernismo. (2000): Entrevista de Carlos Midence a Alan Sokal publicada el 4 de diciembre de 2000 en El Nuevo Diario. Managua. http://www.physics.nyu.edu/faculty/sokal/elnuevodiario.html
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